martes, 18 de marzo de 2008

Fiesta de la Vendimia

Otra vendimia más que paso. Ya son como 4 consecutivas. Lo bueno es que cada vez son mejores. Partí el viernes a Santa Cruz tipo 3 de la tarde luego de un partido de fútbol con los compañeros de la U y me junté con el Papi Pino en el terminal para tomar…. Pa tomar el bus Nilahue que nos llevó a mi ciudad querida. La sed me dio en la noche.

Cuando llegué comí como chancho. Tome once y dos platos de lentejas en menos de una hora; la idea era tener un buen colchoncito pal cumpleaños de Manolo, alias Sabrosón, asi que tipo 9 y media partí con Pato Godínez (o Pato Muñoz) y Nico Castillo al asado. Llegué con mi promo perso de pisco, la cual se acabó completita. Eramos alrededor de 12. Al ritmo del reggaetón se acabaron cinco botellas de pisco, tres botellas de ron, un whisky, un vodka y dos cervecitas. Ni les cuento más detalles. ¿Para qué? Si quién de los que va a leer esto no ha tenido los síntomas al acostarse y al levantarse después de tanto remojar el guargüero.

La otra wea cuática era haber dejado el cigarro. Puedo decir que lo dejé definitivamente no sé por cuánto tiempo…. Pero por poco no será porque no tengo ganas de fumar. Sigamos.

Llegué tipín 5:30 a la casa después de que con el Panchi fuimos a la disco a poncear. Nos comimos unas pokemonas que querían jaboneo… y hasta sobajeamos xD. Y llegó el Pino con el Renzo a la siga nuestra con ganas de comerse minas. Nos echaron de la disco y nos fuimos como a las 5:00 porque al otro día había que levantarse tempranito. Se inauguraba la Fiesta de la Vendimia. A las 12 ya estaba en el centro con el Pato Morales y con la caña. O resaca. Así que después de una Cachantún fuimos a almorzar… cosa de juntarnos tipo 3 en la plaza con la idea de empezar el carrete, que finalmente terminaría el domingo tipo seis de la tarde. Como mi presupuesto no era muy abultado como en otras ocasiones por tener que pagar el celular que rompí, no me alcanzó pa comprarme una copa con tickets pa degustar… así que con el Chispero (un weon bueno pal vino)nos mandamos tres cajas de Fressco Cooler mientras todos tomaban vinos Reserva en la plaza, de cepas Chardonnay, Syrah, Carmenere, Sauvignon Blanc, Merlot, Cabernet Sauvignon… y a mi con raja me alcanzó pa tomarme un Cartonaire.

Llegué a mi casa tipo 10 de la noche y dormí hasta las 11. Me levanté pa ir a la Medialuna al baile. Pero primero fuimos a entonarnos a la Plaza de Armas. Llegué entre curao y con caña allá. Nos bajamos unas botellas de ron, unos vodkas y nos fuimos caminando (íbamos un paso pa adelante, cuatro pa atrás… así que nos demoramos un poco).Pero hubo un momento en que nos dividimos y me quedé solo con el Pato mientras los demás estaban todos juntos. La entrada valía $3.000 y mis amigos entraron por $500 (una coima loca). El Pato, que iba conmigo pagó $3.000 y yo, que iba con él (redundancia pero pico) entré gratis. ¿Y cómo lo hice? Me pasé por una ventana forjada de fierro a vista y paciencia de toda la gente (alrededor de 50) y ni un weon se atrevió a decirme que estaban los guardias cerca de ahí. Me escondí un rato y los guardias me pillaron. Me acorralaron en un portón, así que usé el don de la palabra y entré no más. Me dijeron, vaya tranquilo (me hice el perdido porque era de Santiago).

Y el domingo fue lo mismo del sábado pero mucho más brigido. Domingo dirán, al otro día clases. Ni ahí con la wea en verdad… llegué como a las 22:30 a Santiago a la casa de una tía y me quedé a dormir. Al otro día fui a clases con una caña brigida brigida hardcore. Tenía el cuerpo mas cortado que Hans Pozo… En fin, semana inolvidable. Mentira!!!!! Si en verdad no me acuerdo de todos los detalles (Como que traté de engrupirme a una alemana y no pude, como que el Pino bailó con una vieja de 33 y yo con una de 28).

martes, 29 de mayo de 2007

LA HOGUERA

Cristóbal llegó a casa alrededor de la medianoche. Fue una llegada con algo de nervios, pensando en la reprimenda que sus padres podrían darle por no haber avisado, pero cuando abrió la puerta, vio que la casa estaba sola. Una larga jornada de estudio fue el motivo de su inusual aparición en el hogar tan tarde. Acostumbraba a acostarse a las nueve, y siempre se dormía antes de las once.

Cristóbal llegó muy cansado, y con mucha hambre. También tenía frío. Hace una semana que en las noches la temperatura era inferior a los cinco grados bajo cero. Calentó agua en el hervidor, colocó el pan en el tostador y sacó la margarina antes de encender la estufa, la que dejó puesta al lado de sus pies para avivar el cuerpo rápidamente. Se sirvió dos tasas de café para tratar de apalear el sueño. La prueba de mañana era el examen y estaba obligado a sacarse buena nota. Si no lo hacía, adiós universidad.

Llevó la estufa al dormitorio y se sentó en la cama, tratando de concentrarse. El frío era tremendo. Cristóbal tuvo que taparse y empezó a leer las dos últimas guías de anatomía. En ese momento eran las tres de la madrugada. A las cinco, el sueño fue más fuerte que él y Cristóbal se durmió, pero no fue por mucho. Media hora después, despertó por el olor a humo. Apenas abrió los ojos, lo primero en ver fue la muerte. Toda su ropa estaba quemada, la cortina estaba encendiéndose y el colchón recién había empezado a prenderse. Se quemó levemente su pie antes de ir a la puerta para pedir auxilio. La puerta también estaba en llamas, y Cristóbal decidió hacer el intento por escapar por la ventana. No se podía abrir, y se resignó a que pasara lo peor.

Faltaban diez minutos para las seis, cuando Cristóbal nuevamente volvió a reaccionar. La sirena empezó a sonar, y el ruido fue en aumento. Al lugar llegaron cuatro compañías de bomberos. El capitán, con el megáfono, empezó a dar órdenes a sus súbditos y lograron apalear en algo el fuego, que ya estaba esparcido por la mitad de la casa. El calor adentro era insoportable y el frío afuera también lo era. Cristóbal sudaba y sudaba, hasta que logró abrir la puerta y escapar al comedor. Estaba a sólo cuatro metros de la entrada cuando una viga incendiada cayó sobre su cabeza, matándolo al instante. Dos bomberos trataron de ayudar, pero también murieron.

Cuando el fuego desapareció eran las nueve de la mañana. Y la prueba empezaba a las diez.